viernes, 14 de septiembre de 2007

THE JAiL. 10.09.07.

Sólo entre columnas.
Quizá una respiración tras una de ellas.
Mis dedos, mi posarse, mis conocidos, mi recuerdo.
Pienso, y no existo, y no pienso, y existo porque no pienso.

Quiero escribir de secretos. Pero aguardo.
Quiero ser de la prudencia hermano,
quiero sentir el hinojo del alma.

Tengo sueño. Estoy de cuerpo gastado,
estoy de pensamientos muerto.
Estoy entre recuerdos enterrado.

La vida quiere abrirse paso entre el gris de esta ciudad,
entre las columnas y barrotes que cruzan esta cárcel,
entre la gente que habla sola a sus eternos compañeros,
a esos compañeros que son fruto de la locura
quiero cantar.

A vosotros, que vivís tras el igual de la suma,
tras la matemática operada de la lógica,
de la naturaleza violada,

A vosotros, locos, enfermos, de las calles
que sois sólo fruto del vientre materno del humano
voraz que aquí vino a comerse este valle
regado por lagos gigantes y helados.

A vosotros, hijos de los hijos de los hijos de eropeos
de sangre teñida la mente,
civilizadas sus almas de metal y de piedra, y de yeso y ladrillo y cristal
y relojes y balas y sombrero y caminos férreos
con que a poco fueron violándote
Canadá,
y que luego enterraron su propio doble camino férreo,
bajo esta pequeña masa gris de roca que se deshace
con la sal de las lágrimas que brotan al verla…

Con un puñado sensible de catedrales,
que viven nuevas, límpidas, cubiertas con pátina invisible,
por la que resbalar quiere el polvo de los años.

Nuevo, todo nuevo: Capital.

Muerto, todo muerto,
capital te mueves violando ahora el tiempo,
y todos tus pequeños, locos de hambre de verdad,
lanzan sus gritos a sus amigos invisibles,
que habrán de multiplicarlos por cuarenta.

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