jueves, 27 de diciembre de 2007

Cualquier mañana en Ottawa...

http://www.youtube.com/watch?v=nZ6TcoSYKFs

jueves, 13 de diciembre de 2007

No se me diga porqué
Se me niega la idea:
A bien tengo ver
Helar los fueros afuera de mi constante
O calentar adentro
En el centro
Se encuentra el fulgor de un sulfato
quejumbrosa lumbre
Que ruge en silencio
Que su ardid se agota en el hambre
Que se agolpa
En la fogosidad de y por
Motivos celestes

Celes implorante
Anhelante suspirante
arrebatante actancioso se jacta
Y declaro mi canto en versos de amor
Que en constante sabor
flamas en sangre
Nado en puentes de sabia
Néctar que aflora en la flor
Afrodi-sacio mis venas pulmonadas
En ondas frondas rugientes
Zafiros del alma máter,
Sinecura extra o para normal
Ánima en gracia
Romperse el y con junto en sistemas
De nomenclaturas ideales
Y rostro acuoso, acuarelo, escudriñante
Del amanecer que allá a su frente florece

martes, 4 de diciembre de 2007

Hala, por listo

Al fin el frío –mi tenaz archienemigo- me ha impedido tomar la bici hoy para desplazarme hasta la universidad… Tuve que caminar. Bueno, pensé, no habrá problema, ahora que he comprado arsenal vestimental como para que me envíen a Siberia. Calzoncillos hasta los tobillos, de lana lanaza. Camisetas interiores de esas que desterré de mí vida hace ya… ¿veinte años? Guantes de esquiador profesional. Gorro lanudo de ninja. Orejeras Made In Toronto (o Trono, como dicen aquí, que no puedo quitarme la idea de la persona que lo menciona aposentada plácida en el water). En fin, tuto, asín que a caminar. Y casi no llego. Hablamos de unos tres kilómetros a pie, en mitad de una civilizadísima ciudad con nieve a la altura de la cintura al borde de la calle, y con suelos de blandiblú resbaladizo… En un momento dejé de sentir la naricita, cubierta con el capuchón de ninja, pues resulta que el vao en el interior de la caperuza blanca se había congelado, y me costó despegarlo de la cara… El motivo por el que me vi obligado a abandonar el cálido hogar fue un entretenido examen de literatura hispanoamericana de tres horitas… Divertido, me he dedicado a cagarme sendas veces en todo aquel que confunde Realismo Mágico y Lo Real Maravilloso en Cien años de soledad, empresa por otro lado inútil –como todo lo referido a crítica literaria-, pero he ahí nuestra labor de futuros críticos, o escritores, o profesores, o nada, o qué sé yo… Así que tras recuperar el calor óseo durante tres horas de examen, emprendí el regreso, y fue horrible… Una de las botas de Big Foot que me prestó Ogui, comenzó a perforarme el talón –de Aquiles, claro… Sólo que en mí todo punto es débil-, y tuve que venir arrastrando una pata.
Hace un par de días llegó Sarah a mi hogar –mi alumna de español/profesora de francés/amiga- y nos contó una peripecia que a ella pareció odiseaica, y a mí solo una anecdotilla sin mayor importancia: se había perdido. Pero no es que hubiera tomado un sentido contrario, o que unos secuestradores la hubieran embutido en un coche, y la hubieran dejado en la otra punta de la ciudad… No, nada pintoresco, sólo cogió la calle antes de mi calle para venir a mi casa… Sólo eso. Yo pensé que vaya aventura, si coges una calle paralela, sólo has de remendar tu error girando por cualquier tangente, y asunto resuelto… Ay, pero el destino cruel… Que haya querido que hoy a mí me haya pasado lo mismo, sólo que con nariz a punto de ceder y desprenderse de mi cara, y arrastrando una patuela. Así que me confundí, sí. Y tras un largo andar, y preguntarme seriamente ande coño sabía metío mi casa, reparé en que había errado. Así que, sonriendo en rememoración de la experiencia que frustrada relatara Sarah dos días antes, torné por cualquier calle para recuperar la mía. Y, hay desgracia, que aquí las calles no son cuadriculás como en mi Madrid de mis amores. Y en seguida vi que la calle no acababa, y desesperado comencé a correr, con mi talón con una rozadura del tamaño de … (nunca se me dio bien esto de “tan tan como…”, sorry). Y venga a correr y avanzar, frustrado ya, para descubrir que la calle daba media vuelta, y me encontraba casi en el comienzo de la misma, es decir, mis 30 minutos de marcha y carrera y frustración y gelidificación nasal y perforación talonal para encontrarme casi en el comienzo.

Al fin llegué a casa. Y acabo de acabar una charla de casi tres horas con Ogui a cerca de Paolo Coelho, pues prepara una exposición mañana para su clase de portugués, y tiene la firma idea de defender al escritor. Idea alabada por mí. Sólo leí “Manual del guerrero de la luz”. Pero mi único argumento, el único que le pude aportar, era el respeto. Si hay gente a quien sirve, hay que respetarlo. Y hay gente a la que sirve. A mí me sirvió. Aunque Augge tiene como cienes de argumentos buenísimos para lavar la imagen del pobre escritor brasileiro. Marcos, a dormir, solo hablas de sandeces, ya, pero estoy fatigado, ya pues a dormir.

Hala, hasta la próxima.