domingo, 23 de marzo de 2008

“Hambre y cultura”, El bosque de las letras

La prepotencia salvaje de nuestra sociedad tecnológica, militar e industrial, se manifiesta hoy sin cortapisa alguna a escala planetaria. No contentos con saquear riquezas ajenas, explotar despiadadamente a mujeres y hombres, violar y destruir culturas, inundar el mundo de detritos, contaminar el aire, continentes y mares, almacenar armas costosas y extravagantes, cebar la tierra de ojivas nucleares hasta convertirla en un polvorín, quemar los excedentes de trigo y maíz para mantener los precios, planificar hambre, miseria y enfermedades en nombre de unos valores presuntamente universales pero en verdad ferozmente etnocéntricos y clasistas, nuestros remotos, aunque identificables, programadores se han fijado por meta trivializar y pervertir la dolorosa visión de sus víctimas transformándola en un exótico y curioso espectáculo: no ya el de los jefes y altos oficiales nazis absortos en la gozosa contemplación en petit comité de sus documentales sobre los niños y mujeres desnudos introducidos en las cámaras de gas de Auschwitz, sino el destinado al buen eurócrata o norteamricano medio a los que, entre sonrisas dentífricas de deslumbrante blancura y anuncios de muchachas etéreas, diafanizadas por las virtudes de un champú natural proteínico, se ofrece en prima, de sobremesa, la visión de esqueletos vivos, piernas quebradizas y ahiladas, vientres deformes, rostros infantiles cubiertos de moscas en ameno y tranquilizador contraste con el entorno de un mundo sereno cuyos problemas son el exceso de calorías, la preservación de la línea mediante curas adelgazadoras y ejercicios gimnásticos, la búsqueda de varias y aguijadoras dietas caninas, la adquisición incesante de nuevos y eficaces instrumentos de confort doméstico para dichosos padres de familia y amas de casa. La agonía y muerte de millones de inocentes, sacrificados al modelo de la sociedad competitiva y brutal, se transforma así en un número más, aburrido a fuerza reiterado, del ahíto y adormilado telespectador.

Juan Goytisolo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me podrias decir si la tesis de este texto es la despreocupación de la sociedad respecto a los problemas del tercer mundo o la gran personalidad que el autor tiene que expresar para que la escritura no se vuelva un mero bien de consumo sin sentido, igual que la televisión. Es decir, si la tesis esta en el primer párrafo o en el segundo.

Gracias.