martes, 27 de noviembre de 2007

Le Froi Vraiment

En serio, amigos, el frío aquí no es cosa de broma, como antaño quisieran mis letras plantear…
Cómo empezar esta historia… Bueno, sirva para narrar quizá someramente mi rutina de aquí.
Esta mañana me levanté no demasiado tarde. Ayer dormí bien. Veo desde hace dos noches la película de LOS DALTON, sombríamente graciosa, con un pésimo doblaje que me hace sonreír. Entonces no amanecí tarde. Me levanté, y lo primero que vi al salir es un zombi bien parecido a Ogui que deambulaba por la casa. “Ey, wei, qué tal durmió”, y otro espectro con mi forma, que él debió ver, contestole, “rebien, boludó, esta noche descansé”. Así sucedió la mañana entre crêpes y café, y alguna historieta que nos contamos este hombre y yo. Luego estudié un poquito. Extraje algunas citas de un libro acerca del Realismo Mágico y Lo Real Maravilloso. Dos cosas bien distintas, y que me planteo demostrar sus diferencias con ejemplos de Cien Años de Soledad, libro trabajado en una clase que cállate, Marcos, sigue con la historia. A las 12:30 marché a la universidad. Fui a la única clase que tengo los martes (Literatura Española del Romanticismo al Postmodernismo. Vale, amigos filólogos, ya hice esta asignatura en Madrid, pero es un secreto). Luego había quedado con Sarah, una mujercita francesa muy agradable, a la que doy clases de español que ella me devuelve amable en francés. Comimos en su casa, charlamos de una fiesta de Bellas Artes a la que fue ayer con Queralt, y luego nos dispusimos a trabajar un poquito. En tal momento, yo que vime apoltronado en el sofá, le dije, ays, nena, no te creas que tengo muchas ganas yo de trabajar… a lo que ella contesto, c’est vrai ? Ha ha, c’est bon, parce que moi non plus. Entonces, quieres que vayamos a mi casa y veamos una peli, a la par que me quedo dormido un rato? Ouiiiiiii. Ale, Aller. Apocalypse Now. No la había visto –y más o menos sigo sin haberla visto-. La peli no es mala, parece muy buena, pero muy rara, y supongo que es de rigor decir que si es rara es buena. Bueno, qué sé yo. Era en inglés americano –acento de marine en Vietnam, aun peor-, con subtítulos en francés y con sueño y dolor de cabeza, así que no me enteré mu bien… Bien, tres horas de movie, que se dice pronto. Naturalmente ya era de noche casi después de comer. Me puse –viendo el panorama- el despertador a las 20:00, pues había quedado con Queralt para ir al Café Nostálgica –un café en el recinto universitario- a eso de las 21:00… Así que sobre las 20:30 comencé a prepararme. Ogui me había dicho que vendría conmigo. De hecho en ese momento entraba mi buen amigo por la puerta.
(Un pequeño inciso, para contar una rutina que se repite a diario, y que considero importante como implemento complemento al final desta mi historia: cada día, cuando me voy a clase o a otro lugar, Ogui me grita desde el salón: “se cuide, wei, que no se te congelen los cojones”. Y yo río, y marcho.)
Bien, continúo. Entraba Ogui en tal momento por la puerta, y le dije: “Ey, boludo, te vienes pal nostálgica o qué”, y me miró haciendo oscilar su dedo frente a su cara como un viejo metrónomo “no, wei, yo no salgo con este frío”. Y lo dice un canadiense. Alguien acostumbrado al frío de aquí. Pensé que buf, que debieran facer los fríos que la mirada y palabras de aquel hombre describían, y cuan la dureza y cuanta la pereza de coger la bici ahora y andar mis veinte minutos entre nieve y hielo –no he dejado de montar a Amelie (a un lado, lujuriosos, que os veo venir) para ir a clase. Al borde de la muerte un par de veces, pero no me gasto un céntimo más en el autobús de aquí, que me arruino-. Así es que me planteé quedarme en casita. Además Ogui fue quitarse el abrigo, gritar desde la cocina si habíamos comido, weis, y ponerse a cocinar comida japonesa… En fin, que me quedé a cenar con él y Sarah, hablamos de cine y de caballos, y se rieron otro poco de mi francés, que viene siendo habitual –cuando vengan a Madrid se van a cagar. Es broma. Estos en concreto se ríen sin picardía, pero hay otros que… Marcos, sigue-.
Pero había un motor que me hacía no detener mi intención de mover mi culo dirección Nostálgica. Un interés despierto, pero oculto entre la rutina. Todos los martes toca allí un grupo genial, PEOPLE PROYECT, una mezcolanza creativa y conseguida entre el jazz más o menos latino y la samba y la vossa. Parte del grupo está ahora en Europa de gira –creo que pasarán por Madrid-, y aquí quedó uno de ellos: un chavalito de Brasil muy jovencito que toca la guitarra y canta a un nivel al que podemos referirnos como “virtuoso”. Con frescura y talento. Bueno, en un par de ruedas de Samba a las que he ido con Ogui, con la flauta latiendo bajo mi brazo, he coincido con este muchacho, Romel, y ya hacía un tiempo que me decía que cuando el resto de People Proyect se marchara quería que tocara algún tema con él en el Nostálgica los martes. Así que hoy era mi día. Con frío y to, agarré la flute y pa allá que me lancé. Un par de momentos en que la muerte blandió la guadaña sobre mi cabeza, pero logré esquivar el filo, y arrivar a buen puerto sano y salvo. Toqué un par de temas con Romel, y hemos concluido que para el martes próximo habremos de preparar más, así que encantado…
Y llega al fin el momento de mi vuelta. Joder. Y aquí retomo la primera frase: amigos, el frío de Canadá no es cosa de broma, y aún no estamos en invierno. Iba totalmente hecho un regalo envuelto con tropérrimos centenares de capas de abrigo. Aún así llegue hecho un cubito. Ahora comienzo a sentir la sangre de mis venas corriendo por las piernas. Acabo de redescubrir que allá en la puntita de los pies tenemos unas cuantas extremidades a las que llamamos dedos. Hola deditos. Ay, mira, se mueven. Al llegar a casa lo primero que hice fue tomar aire cálido del interior, y el contraste fue brutal. Acto seguido surgió una voz de la planta de abajo –territorio Ogui-, que decía “qué tal boludo, todo bien?”. Y le dije, al fin, “Ogui, vengo con los cojones congelados”, y en este caso se trata de una cuestión literal. Andan congelados. Creo que ahora estoy recuperando uno. El otro sigue en el reino de lo incierto. A mis palabras, Ogui sólo respondió una especie de “ahá” que sonó al concurrido “I told you it”. Así es, advertido estaba.
Esto va a cambiar mi vida. Va a cambiar mi rutina. Va a cambiar mi sociabilidad. A partir de ahora quien quiera verme que venga a casa, como el chiste de papá papá quiero ir al zoo anda hijo quién quiera verte que venga a casa.
Pues eso.

2 comentarios:

Max Power dijo...

Joer que envidia... yo igual me voy contigo a Canadá y que le den por saco a Coruña y a Corullón...

Un saludo desde un lugar no tan frío...

M.Montero

P.D.: mándame tu dirección de e-mail (que el inútil de nuestro común amigo Marcos nunca se acuerda de dármelo), voy mandarte una cosita que quiero que leas y critiques personalmente.

David Marabel dijo...

Me alegro de que te gusten mis textos. Es un honor que alguien los lea y no solo que los lea, sino que también le gusten. Estoy de acuerdo en todo lo que has escrito. Cuando digo odio al rey, no me refiero a Juan Carlos 1º persona, sino a su figura, a lo que representa, a sus palacios, helicópteros, etc..., si bien es cierto que si no pagamos a un rey, pagariamos a un presidente de la republica y estaríamos en la misma, con la unica y no supérfua diferencia, al menos lo habríamos elegido nosotros. Pero es solo mi opinión, todo lo que tu me has escrito me parece de alguien muy coherente, y que argumenta lo que piensa. Te habras dado cuenta que en ese sentido somos muy afines. Un saludo. Pasate cuando gustes...

PD: Cago en el cambio climático... Que friu Fai!!